jueves, 14 de junio de 2012

A USTED.

Si me lo pregunta, joven gentil, quizá no pueda darle una respuesta exacta, creo que no podría dar tan siquiera una respuesta aproximada, a la pregunta que con inocente curiosidad me hace. Pero aún así intentaré, con la mayor sinceridad posible, explicar lo que quiero referirle en estas palabras.

Explícitamente usted no me ha preguntado nada con sus palabras ni con sus gestos, que aunque quisiera yo no puedo descifrar porque no conozco lo que ahonda su mirada, y es justo aquí donde las cosas se tornan muy contradictorias y confusas – no tanto para mí, como para usted- pero mi objetivo no es que usted comprenda de que trata este asunto, ni que entienda que la gente como yo escribe por escribir, no me confunda con una víctima de los ideales posmodernos, más bien piense que los impulsos se adueñan de mi lápiz y es ahí cuando soy responsable de las consecuencias pero no de mis palabras y menos de mis acciones.

Yo sé que la pregunta inexistente no tiene respuesta, pero a lo que en principio me refiero es a aquella cuestión que se hace a sí mismo y a la que quiero, después de indagar como el detective al sospecho, su razón a su conciencia, se responda honestamente. Cuando tenga su contestación supongo que podrá deducir la mía.

Ahora ¿comprende?, ¿no? De ser así trataré de pintarle un horizonte entre líneas para que pueda descifrar un poco usted a lo que quiero llegar. Desde mi perspectiva de la vida y sus eventos, no existen casualidades y si me encuentro por sorpresa en una situación inusual esto es revelación clara de mi subconsciente o de una idea reprimida por el temor a incomodar la cotidianidad de mis humanas costumbres.

Usted es una de esa clase de ideas y le pido el favor de que nunca deje de fastidiar mi sistemática existencia porque le amo, pero no le de fuerza a usted a mis expresiones, no vaya a usted a asustarse, porque le amo como amo ver las nubes llegar e irse y le amo como las mariposas aman posarse sobre las flores y después marcharse. De darle fuerza a mis sentimientos me encargo yo y no los mediré insulsamente con mis palabras, usted fácilmente verá si algo de mis pensamientos o corazón le pertenecen porque ya sea para fortuna o mala suerte mía, mi mirada es como cristal.

A usted le dirijo pues este juego de palabras, esta excusa que me he inventado para decirle con mucha redundancia que me he enamorado a ciegas de ese muchacho ligero, como un ave, que es usted; para decir de manera muy complicada que me he permitido cuestionarle mis inseguridades sobre lo que yo siento por usted.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Siempre es bueno saber lo que tu piensas